sábado, 11 de julio de 2015

EL DIARIO DE SAMANTHA

Hola a todos.
Empiezo a subir a este blog lo que yo considero que son las anotaciones de los diarios de los protagonistas de esta historia.
No van a aparecer en la saga, eso ya lo digo.
Sin embargo, considero que es bueno que veamos qué es lo que pasa por sus mentes en determinados momentos y que nos lo cuenten ellos.
Empecemos por uno de los que, para mí, es de los personajes más queridos de esta saga: Samantha.

                                   Contemplo desde la ventana de nuestra habitación los barcos que salen del puerto. El mar está en calma y apenas hay un suave oleaje. Yo todavía no puedo creerme que sea una mujer casada. Soy la esposa de Dillon O' Hara.
                               Me repito una y otra vez para mis adentros que ya no soy lady Samantha Wingfield. Ahora, soy Samantha O' Hara. ¡Hasta suena bien ese nombre!
-Dímelo otra vez-le pido.
-Mi querida Samantha O' Hara-dice Dillon.
-No me canso de escucharlo. ¡Oh, Dillon! ¿Te puedes creer que estemos casados?
-¡Soy tuyo, Sam!
                              Tenemos esta conversación mientras estamos en el jardín. He plantado unos lirios. Le cuento a Dillon que no tardarán en florecer. Quiero cultivar el jardín que rodea nuestra casa igual que quiero cultivar nuestro matrimonio.
-El amor es como una flor que hay que regar todos los días-le aseguro.
-No dejaremos que nuestro amor se marchite-me promete.
                               Siento que estoy en una nube. Lo que me está pasando no puede ser real. ¡Pero es real! Tengo la sensación de estar metida de lleno en una de las novelas de amor que me gustan leer. Que yo soy la protagonista.
                             He encontrado al hombre con el que pienso compartir el resto de mi vida. Ya sólo me falta que lleguen los hijos. Quiero tener muchos hijos con Dillon.
                              Han pasado apenas unas semanas desde que Dillon y yo contrajimos matrimonio.
                              Una gaviota surca el cielo. La veo lanzarse en picado al mar. De pronto, sale del agua. Parece llevar un pescado en la boca para comer.
                              Lo considero una señal maravillosa de que todo va a ir muy bien en mi matrimonio. Mi corazón me dice que Dillon y yo podemos hacer realidad todos nuestros sueños. De momento, mi mayor anhelo es poder darle un hijo.
                             Disfruto cuando salimos a pasear cogidos de la mano.
                             Me he acostumbrado a la vida tranquila que se respira aquí. Sé que tendremos que regresar antes o después a Londres. Sin embargo, me he dado cuenta de que la vida en la capital me aburre.
                            No encontré el verdadero amor en ninguno de los bailes a los que asistí. Al principio, ir a bailes me entusiasmaba. Yo era una debutante. ¡Acababa de ser presentada en sociedad!
                           Fue muy emocionante hacer mi reverencia ante la Reina.
                          Hay un piano de cola en el salón.
-¿Nunca tocas el piano?-me pregunta Dillon.
                          Él está sentado en su sillón favorito leyendo The Times. Yo estoy sentada en el sofá leyendo el Ladies' Journal. Miro el piano de cola. Lo cierto es que nunca se me ha dado nada bien la música. Soy una nulidad para ese menester. Prefiero hacer otras cosas.
-No me gusta nada tocar el piano-le respondo-Lo cierto es que desafino horrores.
-¿No te han dado clases de piano?-quiere saber Dillon.
-Tuve un profesor de piano. Pero duró apenas unos meses. El pobre terminó tirando la toalla conmigo.
-Entiendo.
                                  Dillon no suele hablar de su antigua vida. Me habla mucho de su familia. Pero no quiere contarme si hubo otras muchachas antes de conocerme a mí viviendo en su corazón. Vivían bastantes personas en su pueblo natal. Vive allí mucha gente.
-Dillon...-le llamo-Me gustaría hacerte una pregunta.
-¿De qué se trata?-me interroga él.
-Pues...
-Adelante...
-Nada...Olvídalo.
                          No quiero pensar que Dillon pudo haber bailado con otra joven antes de conocerme a mí.
                          No quiero pensar que sus dedos entrelazaron unos dedos que no eran los míos.
                          No soy celosa.
                          Soy consciente de lo rápido que ha ido todo entre Dillon y yo. No hace ni un año que nos conocemos. Y no hace ni dos meses que estamos casados. Sin embargo, tengo la sensación de que le conozco desde siempre. Que ha estado toda la vida a mi lado. Siento que me pertenece por completo. Que es sólo mío.
                            Y me aterra la idea que pueda dejar de amarme. Me aterra pensar que haya otra mujer ocupando su corazón.
                             Algunas noches, me he fijado en que llora cuando está durmiendo. Quizás, sí haya habido alguien más en su vida.
                             Quizás, haya amado a otra joven cuando vivía en su pueblo natal. Una muchacha.. Como yo...
                            O, a lo mejor, no era como yo. Sería distinta a mí.
                            Sabría tocar muy bien el piano. Interpretar a la perfección piezas de Mozart.

 

                                Mi corazón da brincos de alegría cuando Dillon y yo estamos solos. Carrie, mi doncella, es muy discreta. No suele hablar mucho. Nos llevamos bastante bien.
                           De algún modo, nos entendemos casi sin hablar. Carrie cumple con su trabajo con eficiencia. Me gustan sus peinados. Son peinados sencillos. Pero, al mismo tiempo, son peinados elegantes. Sabe escoger bien los vestidos que he de ponerme. Incluso, me prepara el baño.
                           Echo de menos a mi familia. Les escribo con frecuencia. No es lo mismo. Yo vivo en otra lugar. Estoy lejos de ellos. Pero los llevo en mi pensamiento.
                            Excepto cuando Dillon y yo salimos a pasear en un faetón alquilado. En ese momento, sólo tengo ojos para él. Sólo escucho lo que él me cuenta.
-¡Este pueblo es el Paraíso!-exclama-¡Me encanta vivir aquí!
-Podemos quedarnos a vivir aquí para siempre-le sugiero.
-¿No te disgustaría no regresar nunca a Londres?
-Me he aburrido de Londres.
                           Dillon rodea mis hombros con su brazo para atraerme hacia sí y abrazarme. Hundo mi cara en su pecho al tiempo que rodeo mi cintura con mis brazos.
-¡Ay, Sam, no sabes lo mucho que te quiero!-me confiesa.
-Dímelo otra vez-le ruego-Por favor...
-Te adoro, Sam.
-Otra vez...
                            Dillon acaricia mi cabello con la mano.
                           Me besa en la frente. Me besa en las mejillas.
                           Finalmente, sella mis labios con un beso cargado de ternura. Yo correspondo a ese beso poniendo en él todo el amor que le profeso. Abro mi boca para que Dillon pueda explorarla con mi lengua. Para que beba de mi saliva. Para que disfrute de mi sabor.
                          Mi Dillon...

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