martes, 2 de septiembre de 2014

LOS OJOS LLENOS DE LÁGRIMAS

Hola a todos.
He podido escribir un nuevo fragmento de mi relato Los ojos llenos de lágrimas. 
En esta ocasión, seremos testigos de un encuentro entre Marty y Emma en el saloon donde trabaja ella.

                             Las visitas de Marty eran lo único que alegraban a Emma.
                            En ocasiones, cuando entraban en la habitación de ella, Emma quería pensar que Marty no era un simple cliente más. Se sentaban en la cama y hablaban.
-¿No estás cansada de esta vida, Em?-le preguntó una noche Marty-¿No quieres hacer algo más con tu vida?
                               Emma no supo qué responder. Desde que fue usada y engañada, su vida había sido aquélla.
-No puedo hacer otra cosa que no sea esto-respondió finalmente-Soy una puta.
-Eres una mujer decente, Em-afirmó Marty.
                               Entonces, ocurrió algo imprevisto. Emma se ruborizó como una colegiala. No recordaba cuándo fue la última vez que se ruborizó. Creía que nunca se había ruborizado. Pero Marty había afirmado que era una mujer decente. Nadie había pensado nunca así de ella. Emma se sentía sucia por dentro.
                               Para Marty, Emma era una mujer muy hermosa. Pero también era una mujer que había sufrido mucho. Los dos tenían sus años y llevaban un gran peso sobre sus espaldas.
-Es la primera vez que alguien dice eso de mí-se sinceró Emma.
                               Se sentía cómoda cuando estaba con Marty. Por lo general, sus clientes le causaban repugnancia. Pero Marty no era como los hombres que frecuentaban el saloon. Se siente solo, pensó Emma.
                                En realidad, ella también se sentía sola.
-¿Nunca has pensado en casarte?-preguntó Marty.
-Ningún hombre querría casarse con una mujer como yo-respondió Emma con tristeza.
-Los hombres decentes buscan mujeres decentes, Em.
-Deberías de casarte con Peggy.
-No, gracias. Busco una esposa decente. No quiero una mujer que se pase el día despellejando a todo el pueblo.
                             Se echaron a reír. Marty era el único hombre que hacía reír a Emma.
                             Después, Marty la abrazó y la besó. Y cayeron sobre la cama.

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