domingo, 3 de agosto de 2014

RELATOS DE LA INDIA

Hola a todos.
Hoy, me gustaría subir, bajo el título genérico de Relatos de La India, las vivencias de un grupo de personas que vivieron en La India durante la época colonial.
Es una historia coral donde son varias las voces que hablan.
Los personajes que aparecen por aquí son ficticios. Pero también son contemporáneos de Estelle Dashwood y de su familia.
Es posible que las vidas de algunos de estos personajes o de sus allegados se crucen con las vidas de Estelle y de su familia. De ahí que los suba a este blog.
No sé cuándo subiré más partes.
De momento, aquí dejo el inicio.
Confío en que os guste.
Empecemos.

ISLA DE KAVVAYI, ESTADO DE KERALA, LA INDIA, DURANTE LA DÉCADA DE 1850

-A tu primo no le va a gustar vivir aquí-opinó lady Halliwell-Está acostumbrado a la vida en Inglaterra. Pero es bueno que se aleje de allí. Que pase una temporada con nosotras. 
-Además, hoy es el cumpleaños de Constance-intervino su segunda hija, Chastity-¡Qué regalo más bonito! 
-Es mejor que se hubiera quedado en Inglaterra-comentó la aludida-Aquí no hay nada. 
-Vivimos en una isla tranquila y pequeña-le recordó lady Halliwell-No pasa absolutamente nada aquí. Casi nadie conoce a tu primo, hija. 
                        Las tres mujeres se encontraban en el jardín de la casa que tenían en la isla de Kavvayi. Joshua Murray, el actual marqués de Halliwell, viajaba a Kavvayi con la intención de escapar de una situación bochornosa para él. Un matrimonio que estaba deshecho. Una esposa que se había fugado con el marido de una de sus mejores amigas. Joshua había tenido algún que otro encontronazo con algún que otro marido casado. Pero esta vez era diferente. 
-Seremos amables con él, madre-le prometió Constance. 
-No le recordéis nada de lo que ha pasado-les exhortó lady Halliwell-Yo nunca me fié de esa mala pécora. Y acerté. Me duele decirlo. Si Joshua quiere hablar, entonces, que lo haga. Nosotras no le vamos a obligar. Bastante doloroso tiene que ser para él esta situación. En fin...No podemos hacer nada. 
                       Decidieron pasar dentro del salón. La vida que llevaban en Kavvayi era tranquila. Habían ido a parar allí desde la muerte del que debía de haber sido el heredero del marquesado de Halliwell, Albert, el hermano mayor de Constance y de Chastity. Pero éste había muerto siendo aún un niño, con trece años. Un accidente al caer de su caballo le había desnucado. Entonces, el título pasó a manos del hijo del cuñado de lady Halliwell, hermano de su marido. Joshua tenía un año más que Albert. 
                         El marido de lady Halliwell había muerto cuando sus hijos eran todavía pequeños. Joshua no estaba en absoluto preparado para ser marqués. 
                         El joven llegó al cabo de un par de horas. El mayordomo anunció su llegada. 
-Acaba de llegar Su Excelencia, lord Halliwell-dijo. 
                           Joshua estaba realmente agotado por el largo viaje que había hecho desde Bath hasta Kavvayi. La idea de hacer aquel viaje la había tenido su secretario. Los recuerdos le perseguían. Se había casado por amor. Sin embargo, en su fuero interno, siempre albergó la sospecha de que su mujer no le amaba. Por suerte, no habían tenido hijos. De haber descubierto donde se encontraba aquel malnacido, le habría volado la tapa de los sesos. Se imaginaba a su esposa en brazos de aquel hombre. Pero le quedaba el consuelo de que iba a volver a ver a su distante familia. 
                          Joshua lucía unos pantalones de color marrón, que estaban sucios. Su aspecto era el de una persona que lo estaba pasando realmente mal. Se despojó de su capa y de su sombrero nada más entrar. Se ajustó la chaqueta. Sus ojos eran de color ámbar con destellos dorados. 
-¿Qué tal ha ido el viaje, primo?-quiso saber Chastity.
-Por lo menos, no me mareo en barco-contestó Joshua-Lo único que espero es poder olvidar. Aunque dudo que eso vaya a pasar.
-Puedes quedarte con nosotras todo el tiempo que quieras. Eres parte de nuestra familia.
-Es lo único que me queda. Vosotras...
                          Lucía una barba de varios días. Constance se sorprendió así misma pensando que aquella barba le daba más atractivo. Lo cierto era que su primo era muy apuesto.
                       Las facciones de Joshua eran atractivas y perfectas, pero, al mismo tiempo, eran unas facciones amables. Dos años antes, se había casado. Estaba convencido de que su esposa lograría olvidar al que había sido su prometido. Ahora, con veinticinco años, le embargaba una dolorosa sensación de humillación. Y de fracaso...Recorrió con la mirada los rasgos de sus primas y pensó que nunca antes les había visto con tan buen aspecto.
                      Parecían estar tanto ellas como su tía contentas de verle.
                      Constance no podía articular palabra. Sintió la mirada de Joshua fija sobre su figura. Lady Halliwell le invitó a tomar asiento a su lado en el sofá. Constance sintió cómo el rubor se agolpaba en sus mejillas. Lo achacó al hecho de que hacía varios años que no veía a su primo y no sabía qué decir para evitar hablar de aquel tema tan doloroso. Lady Halliwell se percató de que su hija mayor se había puesto bastante nerviosa. Constance siempre había sido una joven decorosa.
-Chastity tiene razón-corroboró lady Halliwell-Puedes quedarte con nosotras todo el tiempo que quieras. Ya está tu habitación preparada.
-Eres muy amable, tía-dijo Joshua-Lo único que lamento es que vaya a ser una molestia para vosotras-Recorrió con la mirada el salón de la casa de su tía-Me alegro de ver que estás bien y que mis primas se han convertido en dos mujeres hermosas.
-No, primo-replicó Chastity-Eres parte de nuestra familia. Te vas a divertir mucho con nosotras.
-No sé adónde ir.
-No hay muchos lugares a los que ir aquí. ¡Pero te divertirás igual!
-Es verdad, querido-intervino lady Halliwell-Pero no importa. La colonia inglesa de esta isla es casi nula. Casi lo agradezco. Nos relacionamos con todo el mundo. Pero...¡Has llegado en uno de los mejores días del año, mi querido Josh! ¿Sabes que día es hoy? ¡Hoy, es el cumpleaños de nuestra querida Connie!
                       La joven cumplía veinte años.
                       Se puso roja como la grana.
                       Esbozó una sonrisa trémula.
                       Respiró hondo.
-Entonces, he llegado en el mejor de los momentos-afirmó Joshua-Dentro de unos días, si mi tía lo permite, podríamos celebrar tu cumpleaños. Y yo estaré aquí para celebrarlo contigo. Espero que estés contenta.
                        Constance no sabía qué decir, ya que no había pensado en celebrar su cumpleaños porque no le apetecía. Joshua se preguntó así mismo qué regalo podía hacerle a su prima.
                        Constance no había viajado a Inglaterra para tener su puesta de largo. En aquellos momentos, se alegraba de no haber ido allí.
-Está muy guapo nuestro primo-le susurró Chastity-¿No crees?
-¡Chass!-le espetó Constance.
-Su esposa ha sido una imbécil por abandonarle por otro hombre. No va a encontrar a nadie mejor que él. Está soltero. Bueno...No sé cómo estará. Puede que se divorcie.
-¿Divorciarse? ¡Entonces, no podría regresar jamás a Londres!
-A lo mejor, se hace así mismo un favor. Podría quedarse a vivir con nosotras. ¿No crees?
-¿Y con quién se va a casar? Chass, piénsalo bien. No hay muchas jóvenes inglesas viviendo en esta isla. Y necesita un heredero para el marquesado.
-Podría casarse con una joven hindú.
-La alta sociedad inglesa le haría la cruz para los restos.
-Sería mucho más honrado que otros caballeros que nosotras conocemos, Connie. No somos ingenuas.
-Sí...
                        Joshua se puso de pie y sus primas y su tía le imitaron. Un criado se había hecho cargo de las dos maletas que había traído consigo. Se había llevado poca ropa consigo. Joshua estaba más pálido y más delgado que la última vez que lo vieron, pero parecía que estaba entero.
                        Besó a Chastity en una mejilla. Besó a Constance en las dos mejillas.
                        El viaje había supuesto toda una tortura para Joshua.
                       Había pasado muchas noches sin poder conciliar el sueño. El recuerdo de la carta que le había dejado su mujer antes de irse le perseguía. Siempre pensó que Liberty acabaría enamorándose de él. Lo anheló con todo su corazón. Sin embargo, aquella carta era la confirmación de sus peores sospechas. Liberty nunca le había amado. ¿Y qué pasa conmigo?, se preguntó así mismo Joshua.  



                         No lo sé, pensó Joshua. 
-¡Feliz cumpleaños, prima Connie!-la felicitó-Me voy a descansar un poco. 
                      Chastity disimuló una sonrisa. Su hermana mayor parecía estar a punto de desmayarse. 
                      Su cara estaba toda roja. Casi había olvidado lo que era ser felicitada por otro miembro de su familia. 
-Está muy entero-observó lady Halliwell. 
-Pero se puede venir abajo-se lamentó Chastity. 
-Es un joven fuerte. Debemos de apoyarle y de ayudarle en todo lo que podamos, hijas. 
-Chass dice que se puede divorciar de Liberty-dijo Constance-Yo creo que no puede divorciarse. ¡Sería su fin en la alta sociedad! 
-Ya está muerto socialmente, Connie. Su esposa se ha ido con otro hombre. No sé si regresará algún día a Inglaterra. Pero aquí estará bien, niñas. Es un buen muchacho y se ha portado muy bien con nosotras. No se merece lo que le ha hecho esa zorra. 
-Recuerdo que tenía cierta fama de mujeriego cuando conoció a Liberty. 
-Yo creo que fueron sólo rumores-opinó Chastity-Nada más...Le gustaba coquetear con las mujeres guapas. 
-Nunca ha protagonizado un escándalo-recordó lady Halliwell-Hasta el día de hoy...Y eso es lo que me da más pena. No se merece lo que le ha pasado. 
                     Constance miró un ramo de flores que había colocado en un jarrón del aparador, encima de la chimenea. 
                       Había cortado aquellas flores dos días antes. Cuando sabía que Joshua estaba a punto de llegar. De algún modo, la llegada de su primo le había hecho mucha ilusión. Deseaba verle sonreír de nuevo. Deseaba ayudarle a encontrar una nueva esposa. Había jóvenes allí que estarían encantadas de conocerle. 

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