viernes, 18 de octubre de 2013

LA ESTRELLA

Hola a todos.
Hoy, traigo un nuevo trozo de La estrella. 
Un suceso va a revolucionar la isla de Neebish. Afectará a todos los que viven allí y, sobre todo, afectará también a Estelle y a Olivia.
¡Vamos a ver de qué se trata!

                             Estelle estaba ordenando el armario de su habitación. Todos los vestidos que tenía eran blancos o de color azul pastel o verde pastel o rosa muy claro. Eran los vestidos típicos que llevaban las debutantes durante su primera temporada. Los lucía en la isla. 
                           La muchacha había recibido una educación esmerada, acorde con su elevada posición social. 
                           Su voz era algo aniñada. Y su francés, a pesar de los esfuerzos de su institutriz, eran penosos. 
                           Aún así, sería la perfecta esposa florero. 
                           En aquel momento, Olivia entró en su habitación sin llamar. 
-Tía Bridget ha salido-le informó. 
                            Bridget era el nombre de la madre de Estelle y tía de Olivia, hermana de la difunta madre de esta última. Olivia se sentó en la cama. 
-¿Qué estás haciendo?-le preguntó a su prima. 
-No estaba haciendo nada importante-respondió Estelle cerrando el armario. 
-Tienes muchos vestidos. 
-Son vestidos que son más bien de niña. 
-Yo creo que son muy bonitos. 
-Tú puedes vestir como te dé la gana. ¡Hasta te pones pantalones! A mamá le daría un soponcio si me viera así vestida. Eres más libre que yo. 
-Te equivocas, prima. Eso no es cierto. Soy un poco más mayor que tú. Eso es todo. 
-Livie...
-Te confieso que echo de menos a mi padre. 
-¿A pesar de todo lo que hizo?
-No deja de ser mi padre. 
                          Estelle recordaba a su prima como una joven alegre y llena de vida y, ahora, se había convertido en una sombra de lo que antaño fue. Parecía un fantasma en lugar de la hermosa muchacha que Estelle recordaba. La abrazó y trató de consolarla.
-No es sólo mi padre-admitió Olivia-Es Freddie. Tengo miedo de que lo maten en combate. 
-La guerra terminará antes o después-le aseguró Estelle. 
                         Besó a su prima en su fría frente y Olivia apoyó su cabeza sobre el hombro de su prima. 



                            Olivia se había convertido en una mujer serena que no tenía nada que ver con la joven impetuosa que era cuando fue presentada en sociedad. Una joven que estaba enamorada de un imposible. Jack Mackenzie estaba luchando en el frente. Tenía fama de ser un conquistador empedernido. Y, además, Olivia estaba enamorada de él desde que era una adolescente. 
                        En su fuero interno, Olivia creía que todo cambiaría cuando Jack regresara a casa. La guerra cambiaba a la gente. Jack volvería convertido en un hombre deseoso de fundar una familia. Y, entonces, se fijaría en ella. En Olivia...Decidiría casarse con ella. Sentaría la cabeza a su lado porque Olivia siempre había estado enamorada de él. Le había esperado pacientemente. Amándole silenciosamente. 
                       Al separarse de su prima, Estelle le cogió las manos. Se las oprimió con fuerza. 
-También está Jack-observó Estelle. 
-Pareces mucho más madura que yo-sonrió Olivia con tristeza-Y tienes razón. También pienso en Jack. 
-En ocasiones, casi deseo que mi tío John esté vivo. 
-¡No digas eso! Mi padre está muerto. Una de sus amantes le contagió la sífilis. 
-No hace falta que me lo recuerdes. Se lo oí comentar a una de las criadas. Mi padre dijo que se trataba de una neumonía. Supongo que no quería contarme la verdad-Estelle observó el rostro apagado de Olivia-¡No pienses en eso!-La miró con preocupación-Freddie volverá del frente sano y salvo. Y, a lo mejor, Jack se da cuenta de que te ama. Volverá del frente también sano y salvo. Y puede que te pida que te cases con él. 
                      El rostro de Olivia se iluminó al escuchar las palabras de su prima. Estelle le dio un beso cariñoso en la mejilla. 
                    En aquel momento, se oyeron gritos en el piso de abajo. Olivia y Estelle se levantaron de un salto de la cama. Bajaron a toda prisa la escalera. 
                     Los gritos también se oían en la calle. En un momento, las dos jóvenes pensaron que los sudistas estaban cerca. O que, a lo mejor, estaban en la isla. Sin embargo, el ambiente que reinaba en el piso de abajo era de alegría. Alguien en la calle estaba tirando cohetes. 
-¿Qué está pasando?-le preguntó Estelle a una de las criadas. 
-¡Se ha acabado la guerra, señorita!-respondió la mujer con alegría. 
                      Lloraba de pura felicidad. Dos de sus hijos estaban combatiendo en el frente. 
                      Estelle no se lo terminaba de creer. Tuvo que sentarse porque las piernas se negaban a sostener el peso de su cuerpo. Después de cuatro largos años, la guerra parecía que había llegado a su fin. El general Grant había vencido al general Lee en la batalla de Appomattox. Los soldados confederados se habían rendido. 
-¡Prima!-exclamó Olivia-¡Qué alegría! ¡Todo ha terminado! 
 -Freddie...-susurró Estelle. 
                  Volvería a casa. Volvería a la isla. ¿Y qué iba a pasar entonces? 
                   Parecía que Olivia volvía a ser la joven alegre y llena de vida que había sido antes del estallido de la guerra. No le cabía la menor duda de que estaba pensando en Jack Mackenzie. 
                    En la calle, todo el mundo estaba celebrando el final de la guerra. Un hombre empezó a interpretar una alegre melodía con su violín. Olivia salió corriendo a la calle. En aquel momento, vio cómo sus tíos se acercaban a ella. 
-¿Qué está pasando aquí?-le preguntó su tío Josiah. 
                      Era el padre de Estelle. 
-¡Ha terminado!-exclamó Olivia, dando saltos de alegría-¡Dios mío! ¡Ha terminado! 
-¡Livie!-se asustó su tía Bridget-¿El qué ha terminado? 
                      Estelle salió a la calle. Había una expresión extraña en su cara. El matrimonio que vivía enfrente de ellos empezó a bailar al son de la música que interpretaba el violinista. 
-La guerra...-contestó la muchacha-Ha terminado la guerra. 
                    Las piernas se negaron a seguir sosteniendo el peso del cuerpo de Estelle y la chica se dejó caer al suelo sentada. De pronto, un sollozo se escapó de su garganta. 



                         Habían pasado cuatro años desde el estallido de la guerra. Cuatro años en los que había visto partir para el frente a vecinos suyos a los que conocía desde que le alcanzaba la memoria. Cuatro años en los que había vivido con miedo a un posible ataque por parte del Ejército sudista. Miedo a las cartas que llegaban. Freddie estaba en el frente. Con la guerra finalizada, Freddie regresaría a casa. Volveré a verle, pensó Estelle con el corazón lleno de alegría.

1 comentario:

  1. Uhmmm, suele pasar que, aunque se diga que la guerra acabó, todavía hay combates, espero que no se encuentre con ese caso el tal Freddie.
    Y bueno, también esperemos que venga de una pieza.

    Saludos.

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