viernes, 25 de octubre de 2013

FRAGMENTO ADELANTADO DE "LA ESTRELLA"

Hola a todos.
Se supone que este domingo empezaría a subir de manera semanal La estrella. 
Sin embargo, me voy a pasar el domingo fuera y, donde voy, no hay conexión a Internet. Por ese motivo, he decidido adelantar el fragmento a hoy.
Y seguimos conociendo a Frederick y a Hester.

-Te confieso que tengo miedo-le contó Olivia a Hester-Pienso que ha pasado algo. ¿Y si la guerra aún no ha terminado?
                      Hablaban en susurros. Josiah estaba leyendo en voz alta. Estaba leyendo un fragmento de La cabaña del tío Tom, de Harriet Beecher Stowe. Pero Olivia no podía centrarse en la lectura. Hester sabía que su prima estaba pensando en Frederick. Pero también estaba pensando en Jack.
-¡Niñas!-las regañó Bridget-Prestad atención.
-Discúlpame, tía-se excusó Olivia-Pero estaba distraída.
-¡Eso se nota!-sonrió Josiah-Debéis de estar contentas. La guerra ha terminado.
-No lo sé.
-¿Qué estás diciendo, criatura?
-Temo por mi hermano, tío Josh. Aún no ha vuelto a casa. No sabemos nada de él. Y yo...¡Tengo mucho miedo!
-Estoy segura de que tu hermano estará bien-le aseguró Bridget-Entiendo lo que sientes. Aunque me sepa mal, ese muchacho es tu hermano. Y es tu deber quererlo. Después de todo, no tiene la culpa de lo que pasó, Olivia. Fue vuestro padre el que obró mal al engañar a tu madre con otra mujer. Frederick y tú tenéis que soportar las consecuencias de sus actos.
                    Josiah retomó la lectura.
-¿Estás bien, prima?-le preguntó Hester a Olivia.
-Sí...-respondió la joven.
                     Hester guardó silencio. También ella estaba muy preocupada por Frederick.
                     La guerra había terminado. ¿Dónde se había metido? Estaba convencida de que no tardaría mucho en llegar a casa.
                     Un pensamiento pasó por su mente. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si estaba muerto? A lo mejor, le habían hecho prisionero los sudistas. ¿Por qué no les habían contado lo que le pasaba? Hester se dijo así misma que tenía que tranquilizarse.



                     Freddie volverá a casa, pensó Hester. Y ella deseaba haber enterrado el amor que sentía por él para entonces.

                        Debía de tener fiebre.
                        Frederick estaba soñando con una jovencita de aspecto angelical. 
                        Ella crecería…Se haría mayor…Era una criatura…Y él era un monstruo…
-¿Estás despierto, Beckham?-le preguntó una voz masculina y conocida que le sacó de su sueño. 
                         Era Jack. 
-Estaba soñando-respondió Frederick. 
                        No podía sentarse en la cama. Aún se sentía débil y dolorido. Jack estaba de pie junto a él. Le miraba de manera un tanto socarrona. 
-Y estabas soñando con una mujer, por lo que veo-sonrió Jack. 
-Estaría soñando con Lorraine-dijo Frederick. 
-No era el nombre de Lorraine el que pronunciabas en tu sueño. Era otro nombre. No lo entendí bien. Estabas llamándola. 
-¿Y a quién estaba llamando? Jack, me está costando mucho trabajo superar la pérdida de Lorraine. No puedo andar en amores con otra mujer. Además...Aún estamos en guerra. 
                      Frederick recordó lo feliz que se sintió cuando supo que Lorraine y él iban a ser padres. El parto de su esposa fue largo y difícil. Y el médico no pudo hacer nada por salvarle la vida. Ni a ella...Ni tampoco al bebé...Un hijo, pensó Frederick. De estar vivo, su hijo estaría correteando. Le buscaría. Querría jugar con él. 
                     


                     Recordó la última vez que estuvo en Neebish.
                     Se hospedó en casa de los tíos de Olivia. Frederick era consciente de lo tenso de la situación. Nadie podía olvidar que era el resultado de una infidelidad.
                     Pero allí estaba Hester. Ella siempre estaba intentando hacerle reír. Le volvía loco con sus bromas. No paraba de hablarle de todo lo que hacía a lo largo del día. Intentaba distraerle con sus cotilleos. -¿No sabes hacer otra cosa que no sea hablar de los demás?-le preguntó en una ocasión.
                  Estaban en el salón. Frederick estaba intentando leer un libro sentado en el sillón. Hester entró en el salón y se sentó a su lado, encima del brazo del sillón.
-Hablar de los demás es mucho más divertido-respondió Hester-Además, yo me entero de todo lo que pasa en esta isla.
-¡No lo dudo!-exclamó Frederick.
-Deberías salir más. Te pasas todo el día aquí encerrado. Sin hacer nada.
                      Una sonrisa cansada se dibujó en los labios del joven. Cogió la mano de Hester.
-Lo que deberías de hacer es salir y divertirte-le exhortó. Se llevó la mano de la chica a los labios-En lugar de estar aquí preocupándote por mí.
-Eres casi como mi primo-afirmó Hester-Livie es mi prima. Y tú eres su hermano. Siempre has sido como un hermano mayor para mí. Te quiero mucho.
                       Al acabar de hablar, Hester besó a Frederick en la mejilla.
                       La alegría que desprendía Hester era contagiosa. Animaba a Frederick a seguir luchando cuando lo que quería era estar muerto. Jack parecía compartir la misma opinión que Hester. Estaba vivo.
                       Y llegó el día de la despedida. Una barca le estaba esperando y toda la familia acudió al embarcadero a despedirse de Frederick. Hester llevaba puesto un sencillo vestido de color blanco y llevaba suelto su cabello. Llevaba puesto un bonito vestido de color blanco. Encima del vestido, llevaba puesto un delantal del mismo color. 
                      Frederick abrazó a Olivia. 
-Ten mucho cuidado-le exhortó su hermana. 
-Volveré antes de que te des cuenta-le prometió Frederick. 
-Cuídate. 
                       Entonces, el joven se fijó en Hester. 
-¿Volverás?-le preguntó la chica. 
-Por supuesto...-respondió Frederick-Voy a volver. 
-No lo creo. 
-No lo pongas en duda. 
                         Frederick besó a Hester en la mejilla. Pero, en un momento dado, la chica rodeó su cuello con los brazos, lo acercó a ella y lo besó con fuerza en la boca. Acto seguido, salió corriendo mientras ahogaba un sollozo. Frederick no entendió nada de lo que estaba pasando. 
                       Soñaba con ella…
                       Con Hester... 

martes, 22 de octubre de 2013

LA ESTRELLA

Hola a todos. 
Ya sé que no es domingo. Pero he decidido subir este fragmento de mi relato La estrella. 
Este fragmento está más centrado en el personaje de Olivia, la prima de nuestra protagonista. 
¡Vamos a conocerla un poco mejor! 

                  Cuando murió su madre, Olivia tenía doce años; su padre estaba arruinado ya que un incendio fortuito quemó la granja en la que vivían en las afueras de Bisbee y mató a todos los animales. El hombre no sabía hacer nada. Su vida se había limitado a cavar agujeros para encontrar oro. Su esposa era la que traía el sustento a casa. El hombre vivió a costa de su mujer hasta la muerte de ésta, pero, en cambio, el padre de Olivia tenía buena mano a la hora de jugar a las cartas, por lo que se convirtió en un experto tahúr cuando se vio en la miseria. Durante los siete años siguientes, Olivia acompañó a su padre de taberna en taberna y aprendió distintos trucos a la hora de hacer trampas en las cartas y a salir huyendo cuando eran sorprendidos.
               Olivia viajaba de un lado para otro en compañía de su padre. Éste no sólo se dedicaba a las cartas. También se dedicaba a seducir mujeres.
                Su esposa había muerto a consecuencia de un aborto. Pero había quién decía que la pena la había matado. Había querido mucho a su marido. Y le dolía saber que él la engañaba con otras mujeres. Habría querido ser fuerte para poder abandonarle. Pero no podía. 
                Olivia sabía que tenía un hermano menor, Frederick. Era fruto de uno de los romances extraconyugales que había tenido su padre. 
                Éste no había querido reconocerlo. Pero Frederick se parecía mucho a él. Al llegar a la adolescencia, Olivia estaba desencantada con su padre. 
                  Lo había admirado mucho en la niñez. Pero se daba cuenta de que no era nada fiable. 
           Olivia sabía que su madre procedía de una familia rica de la isla de Neebish y que se había escapado con su padre, que trabajaba como criado en la mansión familiar, porque los dos estaban muy enamorados. No obstante, Olivia conocía a la familia de su madre. Sin embargo, el mismo día en que fue ejecutado su padre tras ser sorprendido robando en la casa del sheriff, una tía suya por parte de madre vino a buscarla al pueblo de mala muerte donde tuvo lugar la ejecución  y se la llevó consigo a la isla de Neebish para educarla y convertirla en una señorita. Por aquel entonces, Olivia se había criado como una salvaje y se comportaba como tal. Vestía pantalones como si fuera un chico y su pelo rojo estaba siempre sucio y revuelto. Hablaba bastante mal, comiéndose algunas palabras, decía muchos tacos, daba zancadas al andar y se mostraba grosera y maleducada con la gente. Durante años, la única cama que había tenido Olivia era el suelo de un establo o del camino y el techo que la cobijaba era el cielo.
               Le gustaba andar descalza para disgusto de su tía. Comía con las manos y se limpiaba la boca con el mantel. Se subía a los árboles, desafiaba a los hijos de los criados a hacer carreras y a trepar a los árboles y se peleaba a puñetazos con ellos.
              Lo que más escandalizaba a la tía de Olivia, recordó ésta, era su afición a escupir en el suelo y a eructar después de comer o mientras hablaba con alguien; su sobrina era capaz de hacer piruetas montada a caballo y de cabalgar a horcajadas sobre él, de hablar y jugar con los perros y de tratar de domesticar a un ratón o a una rata; la dejó hacer porque aún era una niña, pero las cosas empezaron a cambiar cuando Olivia sintió un fuerte dolor de vientre mientras estaba subida a un manzano del jardín y mordisqueaba sus hojas. Empezó a dar gritos de dolor y de terror cuando se fijó en que sus pantalones vaqueros estaban llenos de sangre; la falta de información sobre lo que le había pasado porque su padre no sabía nada de ese tema y su madre murió antes de poder explicárselo y el miedo que pasó porque creyó que se estaba muriendo supusieron un fuerte shock para Olivia. Uno de los criados, procurando no mirar la entrepierna del pantalón manchado de sangre de la chica, tuvo que ayudarla a bajar del manzano porque ella estaba tan aterrada que no podía moverse; sólo gritar.
             En aquel momento, salió su tía Bridget del interior de la casa. No venía sola. La acompañaba su hija Hester, cinco años menor que Olivia. 
-Estás sangrando-observó Hester. 
-¿Se puede saber por qué estás gritando?-interrogó Bridget a su sobrina. 
-¡Me muero, tía!-sollozó Olivia-Estoy sangrando. ¡Me voy a morir! 
-¿Se va a morir Olivia, mamá?-quiso saber Hester. 
           Su madre la ignoró. Se centró en la aterrorizada Olivia. No entendía nada de lo que le estaba pasando. 
            Su tía aprovechó el momento para decirle a la asustada adolescente que había llegado el momento de dejar atrás su comportamiento salvaje. Como la chica estaba tan aterrorizada por lo que había ocurrido en el manzano, obedeció dócilmente a su tía y no volvió a mostrar síntoma alguno de rebeldía ni de salvajismo.
            A partir de ese momento, comenzó la transformación de Olivia; al ser ya mujer, tenía que llevar el pelo recogido en un moño, lavado y peinado, tuvo que renunciar a los juegos que más le gustaban, pues era una señorita y las señoritas tenían que andar correctamente y relacionarse con señoritas de su edad. 
           Olivia recordó las horas que pasó con la institutriz que su tío Josiah contrató enseñándole a andar derecha, a comer con cubiertos, a usar el cubierto correcto para cada cosa…La enseñó a hablar sin comerse las palabras y a no decir palabrotas, a servir el té, a servir los aperitivos, a dirigirse con educación a la gente…Su tío Josiah, marido de Bridget y padre de Hester, buscó un profesor que la enseñó a leer y a escribir en un tiempo récord porque no sabía ninguna de las cosas. Además, tenía otros profesores que le enseñaron idiomas, Música, Filosofía, Historia, latín, Astronomía y otras asignaturas más, así como aprendió a bordar delicados manteles. A los dieciocho años, Olivia estaba despojada completamente de cualquier resto de su anterior salvajismo. Esperaba que su tía la presentara en sociedad  y poder conocer a otras jóvenes millonarias de su edad. 
                  Pero estalló la guerra. Olivia tenía veintitrés años. 
                  Tenía la sensación de que había desperdiciado su vida por culpa de la maldita guerra. Lo peor de todo era que Frederick y Jack se habían ido al frente. 
                  A los quince años, Olivia se enamoró de un joven, Jack Mackenzie, al que le gustaba mucho jugar a las cartas y beber hasta perder el sentido, como le ocurría a su padre, y pensó que había algo más entre ellos cuando le dio su primer beso; él tenía diez años más que ella, pero a Sheridan no le importó porque era apuesto y simpático. Nunca pasaron de los besos porque Jack la respetaba demasiado y, a decir verdad, Olivia tampoco quiso ir más allá. Aún soñaba con el beso en la frente que él le daba todas las noches antes de irse a dormir. Cuando iba a visitar a sus tíos. De no haber estallado la guerra, Olivia se habría acostado con Jack. 



-¿Cuándo va a volver Freddie?-inquirió Hester-Dicen que todavía siguen los combates. No lo entiendo. La guerra ha terminado.
-Te interesa saber dónde está mi hermano-observó Olivia-¿Por qué quieres saberlo?
-Lo conozco desde siempre. Y hace mucho que no le veo.
-Freddie volverá antes de que nos demos cuenta.
                       Las dos primas estaban dando cuenta cada una de una taza de chocolate caliente.
-Ahora, mi hermano tiene que rehacer su vida-suspiró Olivia.
                      Hester se preguntó si Frederick habría superado la muerte de Lorraine.
-A lo mejor, no vuelve a enamorarse-susurró la muchacha-Amaba mucho a Lorraine.
                       Olivia oyó hablar a Hester y supo a qué se estaba refiriendo.
-Me acuerdo de ella-dijo-Me caía bien.
                       El saber que Olivia sentía simpatía hacia su cuñada no le agradó a Hester. Lorraine había muerto dando a luz al que iba a ser el primer hijo que ella y Frederick tendrían. Lo que habría sido un día de alegría se había tornado en un día de dolor.
                        Hester no quería recordar los días que siguieron a la muerte de Lorraine y de su bebé. Frederick estuvo a punto de volverse loco por el dolor. Hester había deseado consolarle. Pero Frederick, entonces, decidió alistarse en el Ejército. Lo único que quería era alejarse del lugar donde tan feliz había sido con la mujer a la que tanto amaba. Durante aquellos cuatro años, Hester había luchado por olvidar a Frederick. Después de todo, tenía diecisiete años. Los amores de la infancia acababan olvidándose. Sin embargo, Hester sospechaba que no sería su caso.
-Vamos a cambiar de tema-le propuso a Olivia.

domingo, 20 de octubre de 2013

UNA NOTICIA RELACIONADA CON "LA ESTRELLA"

Hola a todos.
Esta entrada la hago para comunicaros una cosa. Tiene que ver con la publicación de mi blog novela La estrella. 
Es una buena noticia. De la misma manera que La viuda de la atalaya tiene su día de publicación, La estrella también tendrá su primer día de publicación.
Será los domingos. Todos los domingos, tenéis una cita con Frederick y con Hester, los protagonistas de La estrella. 
Ahora que la guerra ha terminado, ¿volverá Frederick a casa? ¿Qué va a pasar entre él y Hester?
¡Lo vamos a ir descubriendo!



Frederick y Hester os esperan cada domingo en este blog.

viernes, 18 de octubre de 2013

LA ESTRELLA

Hola a todos.
Hoy, traigo un nuevo trozo de La estrella. 
Un suceso va a revolucionar la isla de Neebish. Afectará a todos los que viven allí y, sobre todo, afectará también a Estelle y a Olivia.
¡Vamos a ver de qué se trata!

                             Estelle estaba ordenando el armario de su habitación. Todos los vestidos que tenía eran blancos o de color azul pastel o verde pastel o rosa muy claro. Eran los vestidos típicos que llevaban las debutantes durante su primera temporada. Los lucía en la isla. 
                           La muchacha había recibido una educación esmerada, acorde con su elevada posición social. 
                           Su voz era algo aniñada. Y su francés, a pesar de los esfuerzos de su institutriz, eran penosos. 
                           Aún así, sería la perfecta esposa florero. 
                           En aquel momento, Olivia entró en su habitación sin llamar. 
-Tía Bridget ha salido-le informó. 
                            Bridget era el nombre de la madre de Estelle y tía de Olivia, hermana de la difunta madre de esta última. Olivia se sentó en la cama. 
-¿Qué estás haciendo?-le preguntó a su prima. 
-No estaba haciendo nada importante-respondió Estelle cerrando el armario. 
-Tienes muchos vestidos. 
-Son vestidos que son más bien de niña. 
-Yo creo que son muy bonitos. 
-Tú puedes vestir como te dé la gana. ¡Hasta te pones pantalones! A mamá le daría un soponcio si me viera así vestida. Eres más libre que yo. 
-Te equivocas, prima. Eso no es cierto. Soy un poco más mayor que tú. Eso es todo. 
-Livie...
-Te confieso que echo de menos a mi padre. 
-¿A pesar de todo lo que hizo?
-No deja de ser mi padre. 
                          Estelle recordaba a su prima como una joven alegre y llena de vida y, ahora, se había convertido en una sombra de lo que antaño fue. Parecía un fantasma en lugar de la hermosa muchacha que Estelle recordaba. La abrazó y trató de consolarla.
-No es sólo mi padre-admitió Olivia-Es Freddie. Tengo miedo de que lo maten en combate. 
-La guerra terminará antes o después-le aseguró Estelle. 
                         Besó a su prima en su fría frente y Olivia apoyó su cabeza sobre el hombro de su prima. 



                            Olivia se había convertido en una mujer serena que no tenía nada que ver con la joven impetuosa que era cuando fue presentada en sociedad. Una joven que estaba enamorada de un imposible. Jack Mackenzie estaba luchando en el frente. Tenía fama de ser un conquistador empedernido. Y, además, Olivia estaba enamorada de él desde que era una adolescente. 
                        En su fuero interno, Olivia creía que todo cambiaría cuando Jack regresara a casa. La guerra cambiaba a la gente. Jack volvería convertido en un hombre deseoso de fundar una familia. Y, entonces, se fijaría en ella. En Olivia...Decidiría casarse con ella. Sentaría la cabeza a su lado porque Olivia siempre había estado enamorada de él. Le había esperado pacientemente. Amándole silenciosamente. 
                       Al separarse de su prima, Estelle le cogió las manos. Se las oprimió con fuerza. 
-También está Jack-observó Estelle. 
-Pareces mucho más madura que yo-sonrió Olivia con tristeza-Y tienes razón. También pienso en Jack. 
-En ocasiones, casi deseo que mi tío John esté vivo. 
-¡No digas eso! Mi padre está muerto. Una de sus amantes le contagió la sífilis. 
-No hace falta que me lo recuerdes. Se lo oí comentar a una de las criadas. Mi padre dijo que se trataba de una neumonía. Supongo que no quería contarme la verdad-Estelle observó el rostro apagado de Olivia-¡No pienses en eso!-La miró con preocupación-Freddie volverá del frente sano y salvo. Y, a lo mejor, Jack se da cuenta de que te ama. Volverá del frente también sano y salvo. Y puede que te pida que te cases con él. 
                      El rostro de Olivia se iluminó al escuchar las palabras de su prima. Estelle le dio un beso cariñoso en la mejilla. 
                    En aquel momento, se oyeron gritos en el piso de abajo. Olivia y Estelle se levantaron de un salto de la cama. Bajaron a toda prisa la escalera. 
                     Los gritos también se oían en la calle. En un momento, las dos jóvenes pensaron que los sudistas estaban cerca. O que, a lo mejor, estaban en la isla. Sin embargo, el ambiente que reinaba en el piso de abajo era de alegría. Alguien en la calle estaba tirando cohetes. 
-¿Qué está pasando?-le preguntó Estelle a una de las criadas. 
-¡Se ha acabado la guerra, señorita!-respondió la mujer con alegría. 
                      Lloraba de pura felicidad. Dos de sus hijos estaban combatiendo en el frente. 
                      Estelle no se lo terminaba de creer. Tuvo que sentarse porque las piernas se negaban a sostener el peso de su cuerpo. Después de cuatro largos años, la guerra parecía que había llegado a su fin. El general Grant había vencido al general Lee en la batalla de Appomattox. Los soldados confederados se habían rendido. 
-¡Prima!-exclamó Olivia-¡Qué alegría! ¡Todo ha terminado! 
 -Freddie...-susurró Estelle. 
                  Volvería a casa. Volvería a la isla. ¿Y qué iba a pasar entonces? 
                   Parecía que Olivia volvía a ser la joven alegre y llena de vida que había sido antes del estallido de la guerra. No le cabía la menor duda de que estaba pensando en Jack Mackenzie. 
                    En la calle, todo el mundo estaba celebrando el final de la guerra. Un hombre empezó a interpretar una alegre melodía con su violín. Olivia salió corriendo a la calle. En aquel momento, vio cómo sus tíos se acercaban a ella. 
-¿Qué está pasando aquí?-le preguntó su tío Josiah. 
                      Era el padre de Estelle. 
-¡Ha terminado!-exclamó Olivia, dando saltos de alegría-¡Dios mío! ¡Ha terminado! 
-¡Livie!-se asustó su tía Bridget-¿El qué ha terminado? 
                      Estelle salió a la calle. Había una expresión extraña en su cara. El matrimonio que vivía enfrente de ellos empezó a bailar al son de la música que interpretaba el violinista. 
-La guerra...-contestó la muchacha-Ha terminado la guerra. 
                    Las piernas se negaron a seguir sosteniendo el peso del cuerpo de Estelle y la chica se dejó caer al suelo sentada. De pronto, un sollozo se escapó de su garganta. 



                         Habían pasado cuatro años desde el estallido de la guerra. Cuatro años en los que había visto partir para el frente a vecinos suyos a los que conocía desde que le alcanzaba la memoria. Cuatro años en los que había vivido con miedo a un posible ataque por parte del Ejército sudista. Miedo a las cartas que llegaban. Freddie estaba en el frente. Con la guerra finalizada, Freddie regresaría a casa. Volveré a verle, pensó Estelle con el corazón lleno de alegría.

martes, 15 de octubre de 2013

LA ESTRELLA

Hola a todos.
¡Muchísimas gracias por vuestros comentarios! ¡Y muchísimas gracias también por leerme!
Me motiváis y me animáis a que siga escribiendo.
Bien, hoy vamos a ver cómo es la vida de Frederick en el frente.
¡Ojala os guste el trozo de hoy! Es bastante corto.

                        Una inmensa humareda negra le rodeaba. Le impedía respirar. Frederick no sabía por dónde pisar.
                        Se oían disparos por todas partes. Olía a pólvora aquel lugar.
                        Frederick se había acostumbrado a los olores. Olía a pólvora desde hacía mucho tiempo. Olía también a sangre derramada. Olía también a cadáveres en descomposición.
                        Tenía que caminar con cuidado para no tropezar con los cadáveres de algún soldado caído. ¿Sudista? ¿Yanqui? Nada importaba en aquellos momentos.
                        Avanzaba a ciegas en medio de aquel lugar. Ni siquiera sabía dónde estaba. Llevaba su rifle en la mano y se limitaba a disparar.
                        Disparaba de un modo casi mecánico contra todo aquel que veía que vestía el uniforme sudista. La guerra le había convertido en poco menos que en un animal. No sentía la herida que manaba de su brazo. Lo único que sabía era que debía de seguir avanzando.
                       Era como estar en mitad de una pesadilla. Veía charcos de sangre a su alrededor. Veía cadáveres de compañeros suyos que se amontonaban en el suelo. Y también veía cadáveres de soldados sudistas.
                      La sangre manaba de su brazo derecho.
                      Le dolía muchísimo.
                      De pronto, sus piernas se doblaron. Sentía que las fuerzas le estaban abandonando. La oscuridad se cernía sobre él.
                       Sus piernas se negaban a sostener el peso de su cuerpo. Frederick cayó desmayado al suelo.

 

                             Cuando Frederick se despertó, todo le daba vueltas. Estaba en el interior de una tienda de campaña. Había hombres en el interior de aquella tienda. Estaban heridos, como lo estaba él. Llevaba el brazo vendado y le habían atado un pañuelo al cuello para sujetarlo. Le dolía muchísimo el brazo.
                      Cuando se alistó en el Ejército, Frederick quería alejarse de la isla de Neebish. Había conocido en aquel lugar a Lorraine. Y también la había perdido.
-¿Cómo se encuentra, joven?-le preguntó el doctor Humphrey.
                      Era el médico que atendía a los heridos y a los que caían enfermos en el destacamento en el que estaba Frederick.
-Tengo la sensación de que he sido aplastado por un elefante-bromeó el joven-Me duele todo el cuerpo.
-Ha perdido mucha sangre-observó el doctor Humphrey-Pero no ha perdido el sentido del humor.
-No estoy muerto. No sé qué pensar.
                     Frederick había deseado morirse cuando murió Lorraine.
                     Se había alistado en el Ejército buscando la muerte.
-Beckham, he tenido el gusto de poder conocerle a fondo a lo largo del tiempo que lleva en este destacamento-dijo el doctor Humphrey-Parece que no le tiene miedo a la muerte. ¿Me equivoco?
                      Cogió una silla. Se sentó junto al camastro en el que estaba acostado Frederick.
-Parece que me conoce mejor de lo que pensaba-admitió el joven-Me casé hace algún tiempo. Pero mi matrimonio duró muy poco. Conocí la felicidad entre los brazos de mi esposa. Creí que los besos que me daba eran mi dicha. Pero...Mi mujer murió y yo deseé morirme para estar con ella.
                      La pérdida de Lorraine le seguía doliendo. Pero aquel dolor se había ido atenuando con el paso del tiempo. Lorraine había sido la mujer a la que había amado con todas sus fuerzas. Sin embargo, sentía que aquel amor tan fuerte no era tan fuerte como había creído que era. Una contradicción...
-Es normal-le aseguró el doctor Humphrey-La pérdida de un ser querido se va mitigando con el paso del tiempo. Ha tenido algo de fiebre.
-¿Sí?-inquirió Frederick.
                      El doctor Humphrey se preguntó si habría otra mujer en la vida de Frederick. El joven tenía fama de serio. No salía en busca de una prostituta, como hacían otros soldados. Llevaba una vida casi casta.
-¿He dicho algo?-inquirió Frederick.
-He mencionado a una mujer-contestó el doctor Humphrey.
                   Frederick se quedó atónito. El médico le habló de una mujer que tenía una voz delicada. Su cabello era rizado y de color rubio muy claro. Sus facciones eran delicadas. Le recordaba a una muñeca de porcelana. Era inteligente. Y muy hermosa...
-No es Lorraine-dijo Frederick-No es mi mujer. Ella...
                    Frederick sintió cómo la sangre se agolpaba en sus mejillas. Le daba vergüenza admitirlo. En su delirio, no había llamado a Lorraine, su esposa. Había llamado a Hester. La prima de su hermana Olivia...

lunes, 14 de octubre de 2013

LA ESTRELLA

Hola a todos.
Hoy, empiezo a subir el que es el primer borrador de mi novela Mía Stella, La estrella. 
Y lo hago precisamente aquí, en este blog dedicado única y exclusivamente, no sólo a Mía Stella. Está dedicado también a todos sus borradores. A los personajes que van desfilando por las páginas de esta historia. Y también de otras historias relacionadas con ella, como son Historia de dos hermanas o Con el corazón roto. 
¡Ojala disfrutéis de este relato!
Es mucho más corto que Mía Stella y sólo tiene una parte. Pero está dividido en varias partes a su vez para que no resulte pesado. Lo iré subiendo poco a poco.
¡Ojala os guste!

ISLA DE NEEBISH, EN EL RÍO SAINT MARY, MICHIGAN, 1865

 -¿Cuándo terminará la guerra?-se preguntó en voz alta Hester Warwood-Desde aquí, los tiros se oyen. Oigo los gritos de los soldados cuando caen al suelo. 
                        Estaba en el salón de su casa junto con su prima Olivia O' Hara. 
-Entiendo lo que quieres decir-admitió la joven. 
                         A ella le pasaba lo mismo. 
                         Las dos estaban sentadas en el sofá del salón de terciopelo verde. 
                        Olivia sujetaba una carta en su mano. La había recibido aquel mismo día. 
-Por lo menos, Freddie está bien-leyó Olivia. 
-Pero no dice cuándo volverá-le recordó Hester. 
                         Olivia sintió ganas de echarse a llorar. Frederick Beckham era su hermano menor. Pero no podía referirse a él como tal. Era fruto de una de las muchas aventuras extramatrimoniales que había tenido su padre. Olivia había visto cómo su madre se consumía cada vez que le llegaba la noticia de que su marido tenía una amante. La pena acabó con ella. 
                         Hasta donde Olivia sabía, Frederick era el único hermano que ella tenía. 
-No ha vuelto a ser el mismo desde que murió Lorraine-se lamentó Olivia-La quería muchísimo. 
                         Hester suspiró. 
                         Lorraine había sido la esposa de Frederick. 
                         Estuvieron casados durante muy poco tiempo. 
                         No sabía el porqué le dolía pensar en aquella mujer. 
                        Hester se había alegrado cuando Frederick y Lorraine se casaron. Al menos, eso era lo que ella había dado a entender. Luego, Lorraine murió desangrada tras sufrir un aborto. Hester había estado al lado de Frederick apoyándole y consolándole. Pero él no podía soportar estar en la isla. Todo le recordaba demasiado a Lorraine. Y decidió alistarse en el Ejército. Luchar. Y alejarse de un lugar que le recordaba demasiado a Lorraine. 


-Lo único por lo que hemos de dar gracias es porque Freddie está vivo-afirmó Olivia-No entiendo el porqué no ha vuelto todavía. Le han herido ya un par de veces. ¡Otros vuelven a casa con heridas más leves! 
                      Olivia se levantó del sofá y se puso de pie. 
                      Sujetaba con nerviosismo la carta. 
-No quiere volver-afirmó Hester con pesar. 
                      Una lágrima rodó por la mejilla de Olivia. Odiaba llorar y, sobre todo, odiaba llorar delante de Hester. Pero la angustia que sentía estaba acabando con ella. 
-Quiere morir porque piensa que así volverá a estar con Lorraine-le aseguró a su prima-La amaba con locura. Cuando ella murió, yo pensé que mi hermano moriría detrás. 
                    Aquel comentario destrozó a Hester. Ella siempre había amado a Frederick. Por supuesto, se trataba de un amor secreto. No se lo había confesado nunca a nadie. Ni siquiera se lo había confesado a Olivia. Era su secreto. Y, como tal, debía permanecer. Frederick nunca lo sabría. Era mejor así. 
-Freddie volverá-afirmó Olivia-Y volverá sano y salvo. 
-A lo mejor, no quiere volver-susurró Hester-A lo mejor, quiere morir combatiendo. 
                    Tampoco ella quería llorar delante de Olivia. 

viernes, 11 de octubre de 2013

BORRADOR DE "MÍA STELLA"

Hola a todos.
La entrada de hoy es más bien un anuncio.
Próximamente, en cuanto pueda, me gustaría empezar a subir el primer borrador que hice de Mía Stella. 
He escrito varios borradores de esta historia porque no terminaba de convencerme, con los mismos personajes, pero poniéndolos en distintos años y en distintos sitios y con distintos títulos y también con apellidos y nombres algo distintos.
Este borrador tenía el nombre provisional de La estrella. 
El argumento es el siguiente:

Frederick  se alistó en el Ejército para deseando alejarse de su lugar de origen, la isla fluvial de Neebish, donde había dejado enterrado su corazón tras la muerte de su amada esposa. Tras haber luchado en la Guerra de Secesión, Frederick ha vuelto a casa, pero su ánimo y su espíritu están rotos por todo lo que ha visto en el frente. Ni la ayuda de su hermanastra Erin le sirve para superar todo lo vivido. Sin embargo, la prima de Erin, Hester, quien ha sido su mejor amiga desde que eran pequeños, es quien se convierte en su principal apoyo en esos momentos tan duros. Poco a poco, algo va surgiendo entre ellos. Un sentimiento que va más allá de la amistad.

Es sólo subirla al ordenador. Pasarla del archivo de Word en el que está guardada aquí. Y quiero hacerlo porque va siendo hora de que este blog empiece a coger vida. Que tenga vida.
No es una historia muy buena y soy consciente de que tiene numerosos fallos. Aún así, deseo de todo corazón que disfrutéis de ella.

 Una imagen del lugar donde transcurre La estrella: la isla de Neebish, en el río Saint Mary, de Michigan. La casa no creo que pertenezca a ninguno de los personajes de esta historia.

martes, 8 de octubre de 2013

KIMBERLY MACKENZIE

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo personaje de Con el corazón roto. 
Se trata de Kimberly Mackenzie.
Kimberly es la hermana menor de Jack. Tiene treinta y tres años y está considerada por muchos como una solterona porque nunca se ha casado.
Sin embargo, ha tenido numerosas relaciones amorosas a lo largo de su vida. Todas ellas han terminado mal porque siempre se ha rodeado de hombres poco recomendables.
Cuando conoce a los O' Hara, Kimberly es una joven alegre y algo impulsiva. Los continuos desengaños amorosos y los golpes que le ha dado la vida la han hecho cambiar.
Trabaja como maestra en la escuela del pueblo. Está muy entregada a su trabajo, ya que le gusta enseñar. Cree que nunca se casará y tampoco tendrá hijos, ya que muchos la consideran, además, poco menos que una ramera, aunque no lo sea.
Quiere mucho a sus hermanos, especialmente, a Jack, y aprecia a su cuñada Danielle.
Conoce a los O' Hara desde hace mucho tiempo. Para Olivia, Kimberly es como una especie de hermana mayor. La respeta y la quiere.
Kimberly es una joven seria y tranquila. Intenta no relacionarse con los hombres, ya que ha terminado harta de ellos. Conoce a Sean desde hace muchos años y está al tanto de su terrible fama de conquistador. Con el paso del tiempo, surge una fuerte atracción entre ellos. Atracción contra la cual no saben qué hacer, pues no quieren hacerle daño a Olivia.
He imaginado a Kimberly con el rostro de Renee Zelwegger en Appaloosa. Creo que su personaje en esta película representa bien como veo yo a Kimberly. Una mujer con un pasado tormentoso que quiere llevar una vida tranquila.
Juzgad si el personaje de Renee en esta película podría ser una perfecta Kimberly.